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El fetiche diferente
Fuente:www.m-x.com.mx/2010-06-20/el-fetiche-diferente
Devotee y wannabe
son los neologismos con que se ha bautizado a aquellos que sienten
atracción por las personas discapacitadas. Los primeros oscilan entre
la admiración y el deseo sexual, mientras que el segundo grupo lisa y
llanamente envidia las lesiones ajenas. Amores bizarros, sexo trash
y espasmos de misericordia. Un plato fuerte para
siquiatras audaces y lectores un poquitín perversos.
Por Pablo Galfré *
Ilustraciones: Leticia Barradas
* * *
Buenos Aires, Argentina.- Ustedes dirán que
exagero, pero les juro que no es así. Ya verán. Todo empezó por
casualidad en un puesto de diarios que está en la cosmopolita Plaza
Italia. Me encanta mirarlo detenidamente porque hay publicaciones de
todo el mundo: siempre observo sus revistas buscando alguna historia
rara e interesante por contar. Y así fue como descubrí a la revista El
Cisne. Su título de portada me causó intriga apenas lo vi: “Devotee
y wannabe, el nuevo tabú sexual”. Así comenzó esta historia que
no sé cómo terminará. Ya verán.
* * *
Cita textual: Se conoce con el término de devotee
(en inglés, ser devoto de, admirador de) a aquella persona que
disfruta y siente placer relacionándose sexual o
indirectamente con personas con discapacidad física. La discapacidad
o la amputación son objetos de su deseo y muchas veces
su obsesión. Para el wannabe (del inglés want to be,
querer ser) la fuente de placer se encuentra en el deseo de
llegar a ser discapacitado, al punto de simular serlo, y en
casos extremos, de autolesionarse.
Fuente: revista El Cisne, número
193. Septiembre de 2006.
* * *
Entrevista a María Elena Villa Abrille, quizá
la única sexóloga de Argentina que sabe algo sobre devotismo.
–¿Qué es un devotee?
–Es una persona que se siente sexualmente
atraída hacia las personas con discapacidad o, que admira
cómo ellos llevan adelante sus vidas a pesar de las
limitaciones. Pero lo importante es que cuando esta atracción es sólo
de tipo sexual puede llegar a transformarse en una obsesión. Más
aún, si esta obsesión perdura por más de seis meses, si su único fin
pasa por relacionarse sexualmente con personas discapacitadas, estamos
hablando de una parafilia.
–¿Y qué sería una parafilia?
–Es el término moderno que se usa para lo que
antes se llamaban perversiones o desviaciones. Cuando la
relación se da sin el consentimiento del otro y cuando ese deseo
hace daño al otro estamos hablando de parafilias. Si no, puede
ser una preferencia sexual más. Eso es en el caso de los devotees.
Pero los wannabes ya son otra cosa,
creo que algún trastorno tienen, porque no cualquiera desea ser
discapacitado.
–¿Y cómo son los devotees
parafílicos?
–Suelen merodear a los discapacitados y su
gran deseo compulsivo es tener una relación sexual con dichas personas. Los
hombres suelen elegir a las mujeres con amputaciones en las piernas y
las mujeres prefieren a hombres en silla de ruedas. El devotee
parafílico no se fija en la otra persona ni en el daño que le puede
hacer.
–¿Qué opinan las personas discapacitadas de
los devotees?
–Atrocidades. Tienen miedo y quieren
distinguir bien quién es devotee y quién no. Yo les diría que
estén atentos a los devotees obsesivos, pero que estén
abiertos a aquellas personas que quieran brindarles cariño genuino.
Hay que comprender que el devotismo no es más que una
nueva variante de la conducta sexual humana.
* * *
Internet es el lugar donde tanto devotees
y wannabes encontraron refugio para armar un mundo
paralelo donde pudieran expresarse, informarse y, claro está, calentarse.
Ustedes ahora están a un click de
distancia de miles de sitios web que ofrecen fotos de mujeres en
ropa interior luciendo sus prótesis o de mujeres amputadas que
provocan con sus hermosos cuerpos desnudos –o partes de él–. Así
como algunos buscan en YouTube grabaciones de sus aficiones
preferidas, los devotees optan por apreciar videos
de discapacitadas que bailan con sus sillas de ruedas. Como todo
mercado porno/erótico, la oferta es básicamente para la platea
masculina. Además, sostiene la sexóloga Villa Abrille, hay 20 por
ciento más de devotees varones que mujeres.
Pero los foros son la piedra angular
de este cibermundo, la plaza pública donde devotos y
discapacitados pueden conocerse, hacer amigos u ofrecerse como humildes
servidores de mujeres y hombres postrados.
En uno de ellos –www.disconocernos.com.ar–
me topé con deseos que jamás imaginé posibles, con mensajes que
no comprendí al principio, con ciertas sintaxis inabarcables.
(Los correos electrónicos publicados en este texto pertenecen a personas
reales que autorizaron su publicación). Algunos ejemplos:
“Busco chica discapacitada para
servirla humildemente. Quiero ser tu criado absoluto. Estar siempre
pendiente de ti. Cuidarte sin rechistar y obedecerte por
completo. Sin interés sexual ni económico. Admito cualquier tipo
de discapacidad. ¡Escríbanme a perrok_@hotmail.com!”
“Busco un hombre discapacitado
y sexualmente activo. Soy homosexual y te quiero ayudar. Si eres
una persona con capacidades diferentes pero cuya vida sexual
es incompleta mándame un mail a hembrita@ardiente.com. No me importa
cuál sea tu discapacidad, sino simplemente que seas una buena
persona que necesite calmar sus urgencias sexuales”.
“¿Alguien me puede dar un poquito
de amor? Tengo 25 años y uso silla de ruedas, por lo cual me es
muy difícil encontrar pareja o amigos. La verdad es que
necesito conocer a un hombre. A veces me siento muy sola y quiero
saber lo que es ser amada y besada, despertar algo más que
lastima. Sólo quiero amor. maria_disca@hotmail.com”.
* * *
Rodrigo fue el primer devoto que conocí.
Con él puedo decir –no creo que me contradiga–, que ya somos un
poco compañeros. Digo esto porque ya nos vimos cuatro o cinco
veces y chateamos bastante seguido. Digo esto porque desde nuestra
primera cita hasta el día de hoy su vida dio un giro de 180
grados. Ya verán.
Primero –para ir entendiendo un poco qué
es todo esto del devotismo– le pido que me explique qué es lo que
siente por las personas con discapacidad y él me dice que toda su
vida le despertaron admiración, cuando los veía veía subir a un
colectivo en silla de ruedas o caminar por el centro con sus
bastones y muletas. Admira que sigan adelante a pesar de los
obstáculos que les plantea la vida.
Rodrigo me aclara que en el mundo devotee
sobre gustos tampoco hay nada escrito. Así como algunos se inclinan por
los parapléjicos, otros se sienten exclusivamente atraídos por
los amputados. “Pero a mí lo que más me interesa son las
desviaciones en la columna y la falta de motricidad. Creo que
viene por ese lado. Todo lo relacionado con los aparatos ortopédicos”.
Pero aclara que no es que le guste cualquiera que tenga esos
impedimentos. Primero le tiene que interesar como mujer, como persona.
Igual que a todo el mundo.
Ahora ya no juega más a este juego.
Dice que se curó, pero meses atrás cuando caminaba por la calle no
podía dejar de mirar a los discapacitados. “Recuerdo
observarlos sin poder sacarles los ojos de encima”. Llegó al extremo
de cronometrar los horarios de distintos discapacitados para verlos una
y otra vez. “Y ahí yo me atormentaba preguntándome por qué me pasa
esto. Sin embargo, nunca me cansaba de mirarlos, de admirarlos”.
Estos cuestionamientos se transformaron en
pesadillas y en insomnios interminables. En su cabeza rondaba la idea de
que era el único al que le gustaban los discapacitados, que vivía una
perversión de nuevo tipo. “Entre los devotees decimos:
estamos enfermos pero no queremos el remedio. Disfrutamos de la
enfermedad. Yo durante un tiempo sufrí con esta enfermedad, pero ahora
puedo decir que la estoy disfrutando”. Ya verán por qué.
En una de esas largas noches sin
dormir, Rodrigo tuvo una idea extravagante: romperse una pierna a
propósito para poder usar muletas. Improvisó un sistema de poleas
y colocó un peso sostenido por una soga en lo alto del techo para
luego dejarlo caer sobre su pierna.
“Tenía 13 años y ya era consciente de que me
atraía el tema.
Quería ver cómo se sentía ser un
discapacitado. A último momento me dije ‘qué mierda estoy haciendo’ y
tiré todo al carajo”. Por suerte para él, ya dejó de tener estos
deseos de mimetizarse con un discapacitado.
Después de esta revelación me siento más en
confianza para hacerle una pregunta muy íntima.
-¿Cómo es el sexo con una mujer
discapacitada?
–Nunca me acosté con una discapacitada. En realidad nunca
me acosté con una mujer en general. Soy virgen.
–Pero tenías fantasías que satisfacías en
solitario, ¿no?
-No. Nunca.
– ¡¿Nunca?!
– Te lo juro. Sí estuve desesperado por estar
con cualquier tipo de mujer, pero nunca recurrí a eso.
– ¿Y cómo te las arreglabas?
– Cuando tenía 13 años hice unas muletas con
unas maderas y durante un tiempo las usé a escondidas en mi casa.
Caminaba de acá para allá con las muletas y eso me excitaba mucho.
Pero nunca fue una obsesión estar con una persona con discapacidad. En
mi caso va más allá del sexo. No soy un fetichista. Yo lo que quiero
es una relación de pareja, amar a una mujer discapacitada.
* * *
Carta de una chica que desea ser
discapacitada.
Estimados lectores de la Revista C:
Ustedes quizá no puedan comprenderme,
pero es así: deseo ser discapacitada. Mi ideal sería ser parapléjica,
pero para serles franca me conformaría con mucho menos. Una
leve cojera, por ejemplo. Lo que fuese para aliviar un poco
esta sensación de estar en un cuerpo que no me pertenece.
La verdad es que no sé por qué deseo ser
discapacitada pero sí sé que me pasa desde que era una niña. La
intensidad del deseo fluctúa entre la obsesión y una necesidad
relativa. Cuando estoy mal de ánimo es cuando más perentoria
se vuelve esta cruel necesidad.
Siempre me he sentido muy culpable con
todo esto y la verdad es que me parece una falta de respeto total
hacia los discapacitados insinuar que lo que personas como yo
sentimos es natural o esté bien. Yo no creo que lo sea.
Por otro lado, sé que muchos wannabes
serían capaces de ir hasta las últimas consecuencias para conseguir su
propósito: provocarse una lesión o amputarse un miembro de su cuerpo.
¡Pero ese no es mi caso! Yo sería incapaz
de infligirme el más mínimo daño para llegar a estar paralizada.
Entonces tengo claro que mi realización tiene que venir desde
otro lado.
¡Espero que algún día la sociedad
sepa comprendernos!
Si otro wannabe o quien sea me
quiere escribir para intercambiar sentimientos lo puede hacer a
downflake@yahoo.es
¡Besos a todos!
* * *
Entrevista con Augusto. Tiene 35 años,
un trabajo estable, está casado en un matrimonio que se cae a pedazos
y tiene dos hijos. Su esposa desconoce que es devotee. Si
lo supiese, huiría.
–¿Qué tipo de discapacidad te atrae?
–Amputaciones de miembros inferiores. Me da
lo mismo si es la pierna derecha o la izquierda. Lo que sí me gusta es
que la amputación sea por encima de la rodilla.
Hay gente que prefiere una o dos
piernas amputadas, yo no tengo preferencia en ese sentido.
–¿Y por qué te atraen las mujeres amputadas?
– No sé, ni me lo pregunto. Al principio sí
me cuestionaba por qué tenía estos deseos. Me parecía demasiado raro
porque no estaba dentro de lo que son los estándares que te enseñan. Y
que te guste algo diferente hace que te hagas un montón
de preguntas tipo “¿Por qué me atrae esta persona si
supuestamente me debería dar asco?”. Y en un momento me dije “¿Por
qué asco? ¿Cuál es la diferencia? Le falta algo, ¿y qué?”. Sigue
siendo la misma persona básicamente, ¿o no? Lamentablemente, aún
no he podido conocer íntimamente a una mujer amputada.
¿Qué les dirías acerca de ustedes a
las personas con discapacidad?
–Yo creo que les cuesta mucho conseguir sexo
y desconfían de todo el mundo.
A veces se protegen demasiado y no se dan
la oportunidad de conocer a una persona que tal vez pueda
gustarles o no. Les diría que salgan más, que se animen, que hay
gente que noblemente gusta de ellos.
–En los foros dicen que los devotee
son unos enfermos.
–¿Acaso la gente “normal” no es fetichista? A
algunos hombres les gustan las culonas y a otros las tetonas. Hay
mujeres que se sienten atraídas por los musculosos y otras por los
intelectuales. Todos tenemos un objeto de deseo más o menos oculto. Lo
importante es no lastimar al otro. Nosotros, los devotos, le
damos a las mujeres discapacitadas lo que mucha gente les niega: las
dotamos de sexualidad, les damos la oportunidad de seducir al otro, de
ser lindas y bellas. Dejemos de ser hipócritas, por favor.
Hace unos días Augusto me llamó y me dio
la noticia de que su matrimonio se acabó. Además, que tiene muchas
ganas de conocer a una mujer amputada.
* * *
Carta de un mexicano devotee que
quiere dejar de serlo.
Estimado Pablo:
Quiero contarte que no amo a la discapacidad,
pero desde tiempos inmemoriales me he sentido compulsivamente atraído
por damas discapacitadas, sobre todo por las que
sufrieron amputaciones. Quisiera borrar de una vez por todas
estos deseos que me atormentan.
Te contaré un par de cosas que puedes
tomar en cuenta para tu investigación (prométeme que no vas a revelar
mi identidad):
1. No sé cómo ni cuándo llegué a ser un
devoto: creo que nací así.
2. Nadie sabe que soy un devoto. Me da
una enorme vergüenza, me da terror.
3. He bregado fuerte para que esto no
permanezca en mí, pero permanece.
4. He luchado, y hasta ahora lo he
conseguido, por no dañar a nadie.
5. Esto es una carga emocional muy fuerte
que me estresa y me deprime.
6. Vengo de una familia de buenas
costumbres y dedico mi vida a trabajar, a ser un buen esposo y un muy
buen padre.
Ojalá tu artículo sirva para que la
sociedad no mire a los devotos como aberrados sino como personas con
psicología especial que necesitan ayuda. Particularmente, yo
estoy encontrando ayuda en la palabra de Dios, al menos he encontrado
que Él sí me comprende, me perdona y me guía hacia sendas donde no hay
maldad.
Te mando un saludo.
* * *
Mi segundo encuentro con Rodrigo fue cuatro
meses después y ya todo había cambiado. ¿Recuerdan que les dije
que jugaba a seguir a las personas con discapacidad para poder
admirarlos? Bueno, ese juego inocente tuvo sus frutos: así conoció al
amor de su vida y también la cura a su enfermedad, según él.
Durante cinco años seguidos Rodrigo tomó
siempre el mismo colectivo para ir a la misma escuela. Días tras día.
Y así fue como durante esos años admiró y observó en secreto a
María, una chica discapacitada que utiliza bastones en ambos brazos
para agilizar su andar.
“Yo me sentaba lejos de ella para que no se
diera cuenta de que la observaba. Alguna vez me pasé de parada para
ver dónde se bajaba. Me llamaba mucho la atención su destreza al
bajar del colectivo”.
Pero al terminar el bachillerato concluyeron
también los viajes en colectivo y así Rodrigo no pudo admirar más
a María. Hasta que un día, un amigo discapacitado de Rodrigo, sin
saber que él admiraba en secreto a María, le pasó el correo de ella.
Finalmente se conocieron. Primero chatearon un tiempo e intercambiaron
inquietudes, hasta que tuvieron su primera cita. “Cuando la vi fue
amor a primera vista. No sé qué es lo que me impactó, pero fue muy
fuerte”.
Salieron varias veces más hasta que se
hicieron novios. Rodrigo la llevó a su casa para presentársela a la
familia. Seguramente su madre, como todas las madres, esperaba otra
cosa. Quien entró fue una hermosa niña rubia y de ojos verdes, pero
con un pequeño detalle: a causa de una enfermedad congénita, María
tiene una malformación en la médula espinal que la obliga a usar
bastones para caminar.
Su madre rechazó a la flamante pareja, pero
Rodrigo y María se fueron a vivir juntos a una pequeña pensión y su
vida cambió radicalmente.
“A partir de María me curé. Yo no discuto que
estamos enfermos. Sí, lo estamos, pero no todas las
enfermedades son malas. Me sigue atrayendo el tema discapacidad,
pero no sexualmente hablando. Antes de María, al ver a una mujer
discapacitada, me excitaba. Ahora ya no, ahora veo a una persona más y
punto”.
Esta particular historia de amor merece un
paréntesis. María no sabe de la larga etapa en que Rodrigo la
observaba furtivamente. No sabe que su pareja es un devotee.
“Aún no se lo dije. Cuando se calmen más las
cosas lo haré. No sé cómo va a reaccionar. Tengo mucho miedo
de que diga que estoy enfermo y que me deje. Y yo tan sólo
la amo”.
* * *
Carta de una devotee que no tiene
ningún problema con ser devotee.
Querido Pablo:
Me llamo Marcela, tengo 30 años y soy
nicaragüense.
Déjame contarte que desde muy pequeña he
sentido atracción por los hombres en silla de ruedas. Crecí y mis
fantasías fueron tornándose recurrentes e inexplicables para mí.
Sin embargo, nunca he tenido contacto con personas discapacitadas:
alimento mis fantasías con películas, telenovelas e internet.
Utilizo mi imaginación más que nada pues
mi atracción no es sexual, es romántica. Mis fantasías pasan más por
el amor, aunque amor también implica, claro está, sexo. Pero sin
segundas intenciones, más bien lleno de entrega y dulzura, caricias y
mimos.
A partir de la web conocí el término devotee.
Descubrí con asombro mensajes de gente como yo tratando de establecer
contacto con discapacitados. ¡Al fin encuentro gente como yo! Lo digo
con orgullo: ¡soy una devota! Por primera vez en mi vida sé que no soy
la única persona en el mundo que siente y ama de esta manera.
¡Qué locura! Hay hombres discapacitados
que sueñan con una mujer que los valore y los ame y hay mujeres que
sueñan con un hombre discapacitado a quien amar y entregarle
su vida, pero paradójicamente el mundo nos impone los prejuicios que
evitan que nos conozcamos. ¡Qué mundo cruel el nuestro! ¡Cuántas
cárceles en nuestras cabezas!
Espero que tu artículo sirva para que
devotees y personas con discapacidad nos conozcamos entre sí y ser
más felices.
¡Besos para todos!
* * *
El testimonio de Abel:
Abel es mi nombre. Desde niño siento
admiración por las personas con discapacidad. Recuerdo que una vez
estaba jugando con un muñeco y de golpe se le salió la pierna.
En vez de ponérsela, jugué a que saltara sin ella. Eso me
causó toda una sensación. Sí, tuve una erección, me escondí en el
baño y me masturbé. En ese momento, a los 12 o 13 años, sentí que eso
estaba mal. Supuse que se me iba a pasar pero transcurrieron los años
y eso nunca cambió.
Yo lo único que hice durante todo este tiempo
fue esconder mis verdaderos sentimientos.
Antes de saber que existía el
devotismo me sentía un enfermo total. Vivía deprimido y
angustiado pensando que era la única persona en el mundo que sentía deseos
sexuales por los hombres amputados. Porque además de ser devotee,
soy homosexual. ¡Ja, ja! No me falta nada, ¿no?
Y bueno, el año pasado, investigando en
internet, encontré mucha información y conocí a devotos y a
discapacitados que no nos discriminan. Descubrí que no soy el
único con estos deseos. Y la verdad que encontrar respuestas y dejar
de sentirme un perverso fue un alivio muy grande. No sé si te das
cuenta, pero la web nos salva la vida.
Mi primera experiencia sexual con
un hombre amputado fue hace ya algunos años. Lo que me llamó la
atención la primera vez que lo vi, obviamente, fue que le faltaba
una pierna y que tenía sus muletas a un costado. Me puse muy
nervioso. El sólo hecho de hablarlo me acelera el latido del corazón.
Tomé coraje, me le acerqué y le mentí: como estaba muy bien
vestido le dije que era médico y que si necesitaba algún tipo de
rehabilitación yo se la podía dar gratuitamente. ¡Y él me dijo
que no había ningún problema!
Al día siguiente vino a mi casa;
nos acostamos. Y él estuvo muy predispuesto a las revisiones. Que se
dejara revisar era como hacer un sueño realidad. Se facilitó todo
porque tenía una mente muy abierta.
Él se dio cuenta que yo no era médico
y me sinceré: le dije que me atraía mucho por su amputación. Mi
asombro fue mayor porque él me respondió: “Te entiendo, está
todo bien”. Y yo le digo: “¿Pero no te molesta?”. “No, para nada.
Si quieres tocar, toca”, me dijo señalando su muñón.
Fue una aventura fabulosa. Nos
vimos varias veces más con intervalos muy largos, porque él vive
viajando, es libre. Es más, actualmente no sé ni dónde está. Me
gustaría saber de él, verlo una vez más aunque sea.
Yo ya acepté lo que me pasa, que soy devotee,
y lo vivo con una cierta normalidad. Pero lo que me jode es no conocer
a alguien que sea gay, amputado y que quiera tener algo serio.
Eso es lo que realmente quiero. ¿Puedo dejar mi mail? Quizá alguien
quiera conocerme. Eso espero: adt3113@hotmail.com. ¿Lo anotaste?
* * *
Devotee-catalan@hotmail.com dice:
–Hola. ¿Qué tal? ¿De dónde eres?
Titi-mari@hotmail.com dice:
–Hola, todo bien. De Argentina. ¿Y vos?
–De España. ¿Eres discapacitada?
–Sí.
–¿Y qué discapacidad tienes?
–Soy parapléjica. ¿Y vos?
–Yo no. A mí me gustan las mujeres
como tú. ¿Vas en silla desde hace mucho?
–Tres años.
–¿En qué te afecta tu discapacidad?
–Las piernas y un poco las manos.
–¿Y puedes mover tus piernas?
–No, nada.
–¿Tienes alguna foto de tu cuerpo entero?
–Sí, ¿por qué?
–Me gustaría verte.
–¿Para?
–Para saber cómo eres.
–A ver si adivino: sos devotee.
–Sí, así es. ¡Lo soy!
–¿Y por qué te gustan las personas
discapacitadas?
–No lo sé. Desde chaval me ocurre. Ya
no me pregunto por qué.
–¿Saliste con personas discapacitadas?
–Sí, varias veces.
–¿Con qué fin?
–Como con cualquier otra persona.
He tenido algún rollo si es lo que preguntas.
–¿Qué te gustan más, las mujeres
discapacitadas o no discapacitadas?
–Las discapacitadas.
–Súper raro.
–Sí, algo raro sí que soy. Je je je.
–¿Y qué te atrae de los discapacitados, su
personalidad o discapacidad?
–Las dos cosas.
–Y bueno, gustos son gustos.
–Así es. Ha sido un placer conocerte. Me voy
a la cama.
–Lo mismo digo. Chau, besos. La próxima te
mando la foto.
–Besos para ti. ¡Y espero la foto con
ansiedad!
* * *
Después de mi último encuentro con Rodrigo me
quedé un poco preocupado. Estaba por revelarle a su novia
discapacitada que él es devotee.
“Tengo mucho miedo que diga que estoy enfermo
y que me deje. Y yo tan sólo la amo”, fue lo último que me dijo.
Hace pocos días me lo encontré por la calle y
me dio dos muy buenas noticias. La primera, que María
comprendió con hidalguía su devotismo y que él la ama más allá de
su discapacidad. Luego de esta revelación, Rodrigo se
arrodilló ante ella y le propuso casamiento. María aceptó.
En estas relaciones extrañas, también existe
el happy end.
* Este reportaje se publicó
originalmente en la Revista C,
del diario Crítica de la Argentina, editado en Buenas
Aire
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