Fuente: www.sexovida.com
Los tabúes
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Hay puntos en el cuerpo, descriptos por los orientales, que no coinciden siempre con las zonas anatómicas de los occidentales y que, digitopuntura o caricias mediante, excitarían a varones y mujeres. Por ejemplo veía, en mi viaje por China, los que hacían masajes en los pies, con todo un mapa en ellos donde se describían distintos puntos erógenos. Algo parecido hace la reflexología estimulando o activando puntos en los pies para aliviar tensiones, estrés y malestares.
Hay un punto, ubicado entre
la bolsa donde están los testículos y el orificio anal, que al apretarlo se
percibe una zona ósea y se estimularía el punto G de los varones por una
acción refleja de la próstata. Muchos varones refieren altos niveles de
excitación cuando les realizan una suave presión en este lugar.
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El cerebro y la piel: ese
gran órgano sexual
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Claro que el cerebro procesa, produce, genera y recibe toda la información: sin él no hay placer, no hay erotismo posible, no hay amor ni pasión. Al punto que uno puede erotizar distintas zonas del cuerpo y las más diversas prácticas, que varían en los seres humanos. El cerebro da la singularidad sexual, el sello distintivo, le da color y emoción. Observemos que podemos ser tocados de la misma manera por diferentes personas pero no sentir la misma sensación. Se acerca esta persona, me da un beso, me toca la mano y me derrito, "no sé más quien soy"; viene otra, hace lo mismo y no siento absolutamente nada. Es el aparato psíquico que da la respuesta emocional diferente, singular, personal, inefable. Amén de ello sabemos que en el cerebro está representado todo el esquema corporal y existen zonas del placer allí alojadas. Hay personas que tienen dificultad para recibir, dar y disfrutar de las cosas placenteras y a eso, en psicología, se lo llama "anhedonia" (como contrario a lo hedónico = culto por el placer y el goce) y se deben a cuadros psicológicos claros y definidos.
Algo que nos muestra esto con claridad es el mecanismo de acción del sildenafil, el vardenafilo o el tadalafilo: para que actúen tienen que desencadenarse las primeras fases de la respuesta sexual: deseo, estímulos (visuales, táctiles, sonoros, fantasías, recuerdos) y una vez que se segregaron sustancias en la etapa de excitación comienzan a actuar en los cuerpos cavernosos del pene, de manera eficaz y segura, favoreciendo la erección e impidiendo que ésta se pierda.
El órgano sexual y sensual piel-cerebro es el que tiene la primera orden, la primera y última palabra. ¡Vivan las caricias, los mimos, los abrazos y los besos! Reivindiquemos entonces, con loas y alabanzas, a ese extendido órgano sexual que es nuestra preciada –aunque a veces olvidada- y querida piel.
En la próxima entrega de este artículo daremos un ejercicio de masajes
eróticos para disfrutar en pareja. |
DR. ADRIÁN SAPETTI, psiquiatra y sexólogo. Autor de los libros: "Los senderos masculinos del placer" (Editorial Galerna) y de “Sexualidad en la pareja” (Editorial Galerna).
Director del Centro Médico Sexológico y del
sitio www.sexovida.com
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